lunes, abril 30, 2012

Reflexiones sobre la “Argentinización” del petróleo - Des réflexions sur «argentinisation« huile


Las cosas en su sitio 

1. Si el contenido del Estado es síntesis de la hegemonía de la minoría capitalista, entonces sus políticas económicas, estratégicamente, expresan sus intereses. Incluso si el Estado siempre es representación –como en menor escala, cualquier territorio de relaciones de poder de una sociedad en un momento dado- de un campo en permanente disputa mientras existan clases sociales de intereses irreconciliables. Es decir, existe Estado porque existen clases sociales de intereses antagónicos. Que un buen día no haya Estado es síntoma simplemente de que no hay clases sociales. 
La maldición de que las grandes mayorías tengan que hacerse del Estado para implementar provisoriamente las tareas de planificación racional, orden y defensa, y promoción cultural, política y económica de sus intereses, es el trago amargo y tránsito hacia una sociedad gobernada directa y creativamente por la propia sociedad. Así y todo, ese Estado que todavía no existe, dada la acumulación histórica de los trabajadores y el pueblo, ya debe contener las formas de la democracia más radical y su control colectivo necesario para evitar, a como dé lugar, la formación de una casta privilegiada que haga y diga a nombre de los intereses de las clases subalternas devenidas en hegemonía. No vale la pena recordar los males de las experiencias no capitalistas del siglo XX; como en su momento, sí tiene sentido recordar sus aciertos respecto del capitalismo.
En general, bajo el capitalismo en su fase imperialista y para mantener su tasa de ganancia sobre el movimiento objetivo de la acumulación concentrada del valor socialmente producido versus la desigualdad realmente existente; del capitalismo gobernado por el momento financiero y especulativo sobre el resto de los momentos del capital; de la intensificación de la explotación del trabajo asalariado y la acumulación originaria incesante mediante el despojo de los recursos naturales y derechos sociales obtenidos en su fase anterior por la propia lucha de clases y relaciones de fuerza mundiales; el Estado funciona como arma, escudo y aval de las clases propietarias. Si las grandes mayorías tuvieran la organización y fuerzas suficientes, no sólo podrían arrancar superiores beneficios sociales del excedente de su propio trabajo acumulado por el Estado de los que mandan aún, sino que por dinámica objetiva –de la cual es parte sustantiva la voluntad y naturaleza de su propia conducción política, o conciencia resumida- tendrían que destruir el actual Estado, y construir otro en vistas a su extinción definitiva.

2. En Argentina y más allá, para los de arriba, la fiebre bipolar, maniquea, de caricatura de alto contraste, tiene como forma coyuntural la compra del 51 % de YPF por el Estado argentino. Por un lado, está el discurso multiplicado de un capitalismo acuartelado en sus fundamentos más primitivos y representado por el diario La Nación y su área de producción mediática de contenidos, que pone de modo delirante una medida política-económica casi a la altura de lo que significó la Revolución Cubana para los intereses de las clases dominantes. Soterradamente invoca a los cuarteles, dibuja a la versión peronista y pequeño burguesa del gobierno de turno como si fuera el Caballo de Troya de sus terrores y aleona a la oligarquía contra la iniciativa de la administración CFK. Es decir, sin contexto, sobreideologizadamente, sobreactuando, la conciencia más integrista de la clase mandante en Argentina –siempre dependiente, rentista y subordinada al gran capital sin patria-, excéntricamente, procura cautelar el programa abstracto, sin táctica y maximalista de los peores manuales del ultraliberalismo garabateados luego de la implosión de la URSS.
Por otra parte, el gobierno argentino, desde sus propios dispositivos mediáticos, transforma la compra y conversión en propiedad mixta de los recursos petroleros del país, en un acto soberanista también súper explotado en términos propagandísticos, cargado de emotividad “nacional” y argentinidad abstracta, sin sujeto. No importan tanto las causas, los procedimientos y los efectos que tendrá la medida de media recompra de lo que se privatizó en los 90’, sino más bien, su dramatización para un público infantilizado políticamente.

3. Independientemente de las maneras –aunque son inseparables de los contenidos salvo en su momento analítico-, desde los intereses históricos del pueblo trabajador, resulta un contrasentido situarse contra la medida del Ejecutivo, refrendada a veces clientelar y oportunistamente por el Legislativo entero ante los eventuales réditos electorales provenientes de la popularidad de la iniciativa. En términos inmediatos, ella era necesaria frente a la rapacidad de Repsol y la crisis energética del país que situaban sus intereses privados contra un capítulo delicado de la gobernabilidad y el mistificado “pacto social” por arriba. Asimismo, la readquisición del 51 % del petróleo a nivel nacional y provincial, avivan nuevamente el mito de la desconexión y la autarquía económica de Argentina en la época de la mundialización del capitalismo. 
La medida de alto impacto mediático, esperanza a un costado de la llamada izquierda nacionalista y de paso, opaca problemas cruciales como el trabajo informalizado y precario de la mayoría de la fuerza laboral, la profundización del modelo soyero y primario extractivo, la transnacionalización pura y dura de la economía argentina, la crisis educacional y sanitaria, la corrupción y la relación social desigual del 80 / 20, donde el 80 % de los argentinos sobrevive al día, y el 20 % goza del trabajo ajeno, entre otras tragedias propias del capitalismo.

Resulta infantil que el anticapitalismo esté contra la medida. Como resulta infantil que algunos crean que existe una agenda secreta de horizonte socialista en la cabeza del grupo de interés que administra coyunturalmente el Estado. La ‘argentinización’ del petróleo es el límite del programa de gobierno, no su punto de partida hacia una sociedad post capitalista. Las transformaciones estructurales en beneficio de las clases expoliadas son un desafío de las propias clases expoliadas. No caen verticalmente desde la ocurrencia, buena voluntad, filantropía o conspiración propopular de una administración gubernativa sin pueblo. Las fronteras de la democracia representativa, formal, caudillista, palaciega, resultan acotadas por muy populistas que sean o parezcan ser.

Ocurre que como la hegemonía precaria de los dueños de todo no ha tenido contratiempo alguno desde hace mucho tiempo, hasta una iniciativa que en rigor, no modifica el movimiento capitalista, resulta ‘peligrosa’. Y más por su ejemplo en otras latitudes que por lo que pierde en lo inmediato. Sin contar siquiera con los efectos de la crisis económica en curso y que en la actualidad hinca uno de sus centros en Europa y en España en particular. Efectivamente, existe una lógica de alarma y reacción del estatismo corporativo o del corporativismo y sus propios Estados ante cualquier ademán que pudiera eventualmente dañar sus intereses estructurales. La burguesía no teme el gesto de la reapropiación del 51 % de YPF. Teme un nuevo ciclo de luchas sociales y recomposición política de los trabajadores y empobrecidos del mundo. Teme a la revolución social, no a un impuesto a la lucha de clases. Teme que de la disputa y competencia destructiva intercapitalista se pase abiertamente a un período de combate político entre explotados y explotadores.

Por ello las fuerzas anticapitalistas, su amplitud obligatoriamente generosa, unitaria, abarcadora, con proyecto para el siglo XXI, vocación de mayorías y no lo contrario, deben saludar sobriamente la ‘argentinización’ del petróleo. Que nadie estime que las ruedas de la historia caminan por inercia hacia la felicidad humana y que un gobierno práctica y declarativamente capitalista realizará las tareas que le corresponden por necesidad y sin atajos a la voluntad de los populares. Tácticamente es conveniente para los pueblos la medida de CFK.

En cuanto el movimiento real de las clases subalternas en pugna y organización ante el capital cobre vigor, la iniciativa parcial, absolutamente insuficiente de la presente administración política argentina, será un precedente para cambiar radicalmente la vida.

4. En otro contexto, bajo otras relaciones de fuerza, en el Chile de los años 60’ y la ‘Alianza para el Progreso’ impulsada por el imperialismo norteamericano a través del demócratacristiano Eduardo Frei Montalva, se sindicalizó al campesinado, se realizó una reforma agraria, hubo una reforma educacional que amplió la cobertura de la enseñanza pública y se ‘chilenizó’ el cobre. Es decir, Frei Montalva –años después colaborador del golpe de Estado de 1973 y paladín de los intereses imperialistas en Chile-, compró el 51 % del cobre o ‘sueldo de Chile’. Ello facilitó con creces la nacionalización plena (casi el 100 %) del metal rojo cuando el gobierno de Salvador Allende y la Unidad Popular. Es cierto, lo descrito arriba no es transferible mecánicamente a lo que ocurre en el mundo y en la Argentina de 2012. 
Pero sí enseña al menos, que una medida que tenía como fin domesticar la lucha social mediante un proyecto desarrollista imposible bajo la dependencia de los polos imperialistas y la ausencia de una ‘burguesía nacional revolucionaria’, sí puede facilitar -desde una alternativa política proveniente del pueblo concreto y en movimiento, y bajo una conducción política que exprese sus intereses genuinos- transformaciones que apunten a la descalcificación del orden de la minoría, y la creación de poder de la hegemonía multidimensional de los más, de los todos.

Andrés Figueroa Cornejo
Rebelión

Cuando Pakistán se ríe de Estados Unidos... - Quand le Pakistan aux États-Unis rire ...


De cómo Pakistán hace que Washington pague por la guerra afgana

Tomándole el pelo al tío Sam

Dilip Hiro
TomDispatch.com


Los elementos siguientes podrían dar mucho juego a la hora de producir una película de suspense político. Mr. M, yihadista en un estado asiático, aparece como cerebro de un ataque terrorista en un país vecino que mató a seis estadounidenses. Tras escudriñar un inmenso alijo de inteligencia y conseguir una habilitación de seguridad, el Departamento de Estado anuncia una recompensa de diez millones de dólares por la información que conduzca a su arresto y condena. El Sr. M convoca rápidamente una conferencia de prensa y dice: “Aquí estoy. EEUU debería darme a mí la recompensa”.
Un portavoz del De partamento de Estado explica con no mucha convicción que la recompensa será para quien ofrezca una prueba incriminatoria contra el Sr. M que deberá examinar un tribunal. El primer ministro del país natal del Sr. M condena la injerencia exterior en los asuntos internos de su país. En medio de este embrollo, EEUU decide liberar 1.180 millones de dólares en ayuda para el gobierno con problemas de liquidez de ese desafiante primer ministro a fin de persuadirle para que vuelva a abrir las rutas de suministro para las fuerzas de EEUU y la OTAN que se encuentran atascadas en la desventurada y vecina República Islámica de Afganistán.

Resulta alarmante que los hechos expuestos no formen parte de la ficción ni de un complot para una próxima telenovela internacional. Es un breve resumen del último desarrollo de las tensas relaciones entre EEUU y Pakistán, dos países trabados en un inquietante abrazo desde el 12 de septiembre de 2001.

El Sr. M es Hafiz Muhammad Said, un antiguo académico de 62 años, de menguada barba tratada con henna, fundador del Lashkar-e-Taiba (el Ejército de los Puros, o LeT) y extensamente vinculado a varios ataques terroristas, escandalosamente audaces, en la India. El LeT se formó en 1987 como ala militar de la organización religiosa Yammat-ud Dawa (Sociedad de la Llamada Islámica o JuD) para instigar a la formidable agencia de inteligencia del ejército pakistaní, la Inteligencia Inter-Servicios (ISI, por sus siglas en inglés). La JuD debe su existencia a los esfuerzos de Said, que la fundó en 1985 tras el regreso a su Lahore nativa después de dos años de estudios islámicos avanzados en Riad, Arabia Saudí, bajo la guía del Gran Mufti de ese país, el Sheij Abdul Aziz bin Baz.

En su proceso de formación, el LeT se unió a la yihad antisoviética nacida siete años antes en Afganistán, una insurgencia armada dirigida y supervisada por el ISI con fondos y armamentos suministrado por la CIA y los saudíes. Una vez que los soviéticos se retiraron de Afganistán en 1989, el Ejército de los Puros volvió sus ojos a una yihad lanzada recientemente contra la India en Cachemira, administrada por los indios, y más allá. Los atentados terroristas que se le atribuyeron iban desde los devastadores ataques múltiples de Bombay en noviembre de 2008, que causaron 166 muertos, incluidos seis estadounidenses, hasta un ataque frustrado contra el parlamento indio en Nueva Delhi en diciembre de 2001, y un exitoso ataque en enero de 2010 contra el aeropuerto de la capital de Cachemira, Srinagar.

En enero de 2002, a raíz de que Washington lanzara la Guerra Global contra el Terror, Pakistán proscribió formalmente el LeT, pero en realidad hizo bien poco para poner freno a sus violentas actividades transfronterizas. Y es Said quien conserva la autoridad final. En una confesión, ofrecida como parte de la negociación entre defensa y acusación sobre los cargos tras su arresto en octubre de 2009 en Chicago, David Coleman Headley, un integrante pakistaní-estadounidense del LeT implicado en la planificación de la carnicería de Bombay, dijo : “Hafiz Said tenía conocimiento de todo lo relativo a los ataques de Bombay y solo se lanzaron una vez que dio su aprobación”.

En diciembre de 2008 , el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas declaró que la JuD era una organización-tapadera del prohibido LeT. El gobierno provincial del Punjab colocó entonces a Said bajo arresto domiciliario en uso de la ley de Mantenimiento del Orden Público. Pero seis meses después, el Alto Tribunal de Lahore declaró que ese confinamiento era inconstitucional. En agosto de 2009, Interpol emitió en esencia una orden internacional de busca y captura contra Said en respuesta a las peticiones de extradición de la India. De nuevo pusieron a Said bajo arresto domiciliario, pero en octubre, el Tribunal Supremo de Lahore anuló todas las acusaciones en su contra debido a la ausencia de pruebas.

Es de todos conocidos que los jueces pakistaníes, temiendo por sus vidas, se abstienen por lo general de acusar a yihadistas de alto nivel con conexiones políticas. Cuando, frente a pruebas de peso, un juez no tiene más opción que ordenar la sentencia que la ley impone, debe vivir después con guardias de escolta o marcharse del país. Ese fue el caso del juez Pervez Ali Shah que juzgó a Mumtaz Qadri, el guardaespaldas yihadista que asesinó al gobernador del Punjab Salman Tasir por apoyar una enmienda a la ley contra la blasfemia aplicada indiscriminadamente. Poco después de sentenciar a Qadri a la pena capital el pasado octubre, Shah recibió varias amenazas de muerte y se vio obligado a exiliarse .

Conscientes del fracaso de las autoridades pakistaníes a la hora condenar a Said, las agencias estadounidenses parecían haber revisado y verificado la autenticidad de la prueba que habían recogido sobre él antes de que el Departamento de Estado anunciara, el 2 de abril, la recompensa por su arresto. Esto supuso en realidad una declaración implícita de la falta de confianza de Washington en los órganos ejecutivos y judiciales de Pakistán.

No es de extrañar que el primer ministro pakistaní Yous ef Raza Gilani se ofendiera, describiendo la recompensa de EEUU como una descarada interferencia en los asuntos internos de su país. Pero no es nada nuevo sino un secreto a voces que en la actual pelea entre el presidente pakistaní Asif Ali Zardari y su bestia negra, el jefe del estado mayor del ejército, el General Ashfaq Parvez Kayani, la administración Obama ha apoyado siempre al jefe civil del estado. Esto, a su vez, ha sido un factor importante para que Gilani siga en el poder desde marzo de 2008, mucho más tiempo que cualquier otro primer ministro en la historia del Pakistán.

Cómo matar de un triunfo a una superpotencia

Teniendo como tiene cartas fuertes, diplomáticas y legales, ¿por qué entonces la administración Obama se comprometió a ceder más de 1.000 millones de dólares a un gobierno que ha desafiado su intento de llevar ante la justicia a un supuesto cerebro del terrorismo transfronterizo?

La respuesta está en lo que sucedió en dos puestos de frontera pakistaníes a unos dos kilómetros de la frontera afgana en las primeras horas del día 26 de noviembre de 2011. Un avión y varios helicópteros de combate de la OTAN, con base en Afganistán, llevaron a cabo un largo ataque de dos horas de duración contra esos puestos, matando a 24 soldados. Enfurecido, el gobierno de Pakistán cerró los dos cruces de frontera por los que EEUU y la OTAN habían estado enviando hasta entonces una importante porción de sus suministros de guerra hacia Afganistán. Sus autoridades también obligaron a EEUU a abandonar la base aérea de Shamsi, que estaba siendo utilizada por la CIA como escala para su guerra de aviones teledirigidos en las áreas tribales pakistaníes a lo largo de la frontera afgana. Los ataques con ese tipo de aviones ( drones) provocan un grado inmenso de indignación –una encuesta de opinión averiguó que el 97% de quienes en ella participaron los valoraban muy negativamente-, tanto del pueblo pakistaní como de sus políticos.

Además, el gobierno ordenó una revisión integral de todos los programas, actividades y acuerdos de cooperación con EEUU y la OTAN. También instruyó a las dos cámaras del parlamento para que llevaran a cabo una profunda revisión de las relaciones de Islamabad con Washington. Asumiendo la instancia moral suprema, el gobierno pakistaní reforzó sus exigencias sobre la administración Obama.

Un nombrado Comité Parlamentario para la Seguridad Nacional (CPSN) se movió después a paso de tortuga para cumplir la tarea asignada, aunque el Pentágono exploró vías alternativas para hacer llegar los suministros a Afganistán a través de otros países para poder seguir manteniendo allí su guerra. En cambio, empezó a cuajar una ruidosa campaña contra la reapertura de las líneas de suministros pakistaníes que puso en marcha el Consejo Difa-e Pakistan (Defensa de Pakistán), en representación de 40 religiosos y grupos políticos. Sus líderes encabezaron manifestaciones inmensas en las principales ciudades pakistaníes. Rápidamente se condenó la recompensa ofrecida por Washington para la captura de Said, describiéndola como un “vil intento” de socavar la actuación del Consejo para proteger la soberanía del país.

Mientras tanto, la pérdida del tráfico diario de 500 camiones con alimentos, combustible y armas desde el puerto pakistaní de Karachi a través de los cruces de frontera de Torkham y Chaman hacia Afganistán, aunque poco publicitada en los medios de comunicac ión estadounidenses, ha socavado la capacidad de combate de las fuerzas de EEUU y la OTAN.

“ Si no podemos negociar o renegociar satisfactoriamente la reapertura de las líneas terrestres de comunicación con Pakistán, tenemos que acudir y depender de la India y de la Red Norte de Distribución (RND)”, dijo el 30 de marzo un preocupado teniente general Frank Panter al Subcomité de Preparación del Comité de los Servicios Armados de la Cámara de Representantes de EEUU. “Ambas alternativas son caras e incrementan el despliegue o redespliegue”.

La parte principal de la RND es una red de vías férreas de más de 5.000 kilómetros para transportar suministros entre el puerto letón de Riga y la ciudad uzbeca de Termez (conectada por un puente sobre el río Oxus con el asentamiento afgano de Hairatan). Según el Pentágono, cuesta casi 17.000 dólares por contenedor atravesar la RND, comparados con los 7.000 dólares que supone a través de los cruces fronterizos pakistaníes.

Además, a EEUU y la OTAN solo se les permite transportar “productos no letales” a través de la RND.

Otros oficiales militares han advertido de que si se fracasa a la hora de reabrir las rutas pakistaníes, podría incluso retrasarse el calendario fijado para la “retirada de las tropas de combate” estadounidenses de Afganistán en 2014. Eso serían malas noticias para la Casa Blanca de Obama, además de los resultados de la última encuesta de opinión realizada por CBS News/New York Times que muestra que, por vez primera, incluso una mayoría de los republicanos cree que “no ha merecido la pena emprender” la guerra afgana. Indicaba también que el apoyo a la guerra estaba en sus niveles más bajos, con un 23%, mientras el 69% de los encuestados decía que ya había llegado el momento de retirar a las tropas.

En la capital pakistaní, Islamaba d, el CPSN publicó finalmente una lista de precondiciones que EEUU debía cumplir para la reapertura de las rutas de suministros. Entre ellas figuraban: una disculpa incondicional por los ataques aéreos del pasado noviembre, el fin de los ataques con aviones no tripulados, no más “persecuciones implacables” de EEUU o de la OTAN dentro del territorio pakistaní y el pago de impuestos por los suministros enviados a través del país. Para gran desconcierto de la administración Obama, se celebró una sesión conjunta de la asamblea nacional y del senado para debatir el informe del CPSN que tardó más de dos semanas en llegar a una conclusión.

El 12 de abril, el parlamento aprobó finalmente las demandas por unanimidad, añadiendo que a través de Pakistán no podrían transportarse ni armamento ni munición extranjera. La administración Obama no está considerando todo lo anterior como un ultimátum sino como un documento para lanzar conversaciones entre los dos países.

Incluso así, ha servido para reforzar como nunca antes al primer ministro Gilani. Además, tiene que tener en cuenta el apoyo popular que está consiguiendo el Consejo Difa-e Pakistán dirigido por Said para que se mantengan permanentemente cerrados al tráfico de la OTAN los cruces de fronteras pakistaníes. Por tanto, Said, un yihadista con una recompensa por su cabeza ofrecida por EEUU, aparece como un factor importante en la compleja relación entre Islamabad y Washington.

Presionando a Washington: El modelo

No hay, de hecho, nada nuevo en la forma en que Islamabad ha estado intensificando últimamente las presiones sobre Washington. Tiene una amplia experiencia en conseguir lo máximo de las autoridades estadounidenses identificando sus áreas de debilidad y explotándolas con éxito para promover su agenda.

Cuando el bloque soviético suponía un serio desafío para EEUU, los pakistaníes obtuvieron lo que quisieron de Washington siendo incluso más anti-soviéticos que EEUU. Afganistán fue el clásico ejemplo durante la década de los ochenta. Tras la intervención militar soviética allí en diciembre de 1979, el dictador pakistaní general Muhammad Zia ul-Haq se incorporó de forma voluntaria a la Guerra Fría de Washington contra el Kremlin, siguiendo estrictamente sus términos. Quería tener el control único de los miles de millones de dólares en efectivo y armas que EEUU iba a suministrar, junto a su aliada Arabia Saudí, a los muyahaidines (guerreros sagrados) afganos para expulsar a los soviéticos de Afganistán. Y lo consiguió.

Eso permitió que sus comandantes desviaran una tercera parte del nuevo armamento hacia sus propios arsenales en previsión de futuras batallas contra su archienemiga, la India. Otra tercera parte se vendió a los traficantes privados de armas en términos ventajosos. Cuando las armas estadounidenses robadas empezaron a aparecer en los bazares de armas de las ciudades fronterizas afgano-pakistaníes (como ha vuelto a suceder en años recientes), el Pentágono decidió enviar un equipo de auditores a Pakistán. La víspera de su llegada, en abril de 1988, el complejo del depósito de armas Ojhiri, que contenía 10.000 toneladas de munición, se incendió misteriosamente, haciendo que los cohetes, misiles y proyectiles de artillería llovieran sobre Islamabad, matando a más de 100 personas.

Al asumir la visión de Ronald Reagan sobre la Unión Soviética como “el imperio del mal”, Zia ul-Haq aseguró también que el presidente estadouniden se cerrara los ojos ante sus frenéticos y clandestinos esfuerzos para construir una bomba atómica. Incluso cuando la CIA, la Agencia de Seguridad Nacional y el Departamento de Estado establecieron que en Lop Nor, China, se había probado a principios de 1984 un arma nuclear construida por Pakistán, Reagan continuó asegurando ante el Congreso que Islamabad no perseguía un programa de armas nucleares con tal de no someterse a una ley que prohibía la ayuda de EEUU a un país que hiciera eso.

En la actualidad, se estima que hay 120 bombas nucleares en el arsenal de una nación que tiene más yihadistas islamistas por millón de habitantes que cualquier otro país en el mundo. Desde octubre de 2007 a noviembre de 2009, hubo al menos cuatro ataques de extremistas contra bases del ejército pakistaní de las que se sabía que almacenaban armas nucleares.

En los años posteriores al 11-S, el gobernante de Pakistán , el general Pervez Musharraf, se las arregló para repetir el proceso en el contexto de una nueva guerra afgana. Se unió con prontitud al presidente George W. Bush en su Guerra Global contra el Terror, y después empezó a distinguir entre “terroristas malos” con una agenda global (al Qaida), y “terroristas buenos” con una agenda favorable a Pakistán (los talibanes afganos). El ISI de Musharraf procedió después a proteger y a potenciar a los talibanes afganos mientras entregaba periódicamente militantes de al Qaida a Washington. De esta forma, Musharraf se aprovechó de los puntos débiles de Bush –su intensa aversión hacia al Qaida- y los explotó a favor de la agenda regional de Pakistán.

Emulando las políticas de Zia ul-Haq y Musharraf, el gobierno civil post-Musharraf ha encontrado formas de desviar fondos y equipamiento estadounidense destinado a la lucha contra al Qaida y los talibanes para reforzar sus defensas contra la India. Inflando los costes de combustible, munición y transporte utilizados por los 100.000 soldados pakistaníes situados en la región fronteriza afgano-pakistaní, Islamabad recibió mucho más dinero del Fondo de Apoyo a la Coalición del Pentágono (CSF, por sus siglas en inglés) de lo que gastó. Después utilizó el excedente para comprar armas adecuadas para luchar contra la India.

Cuando el New York Times reveló esto en diciembre de 2007, el gobierno Musharraf desestimó su informe tildándolo de “disparate”. Pero tras dimitir como presidente y trasladarse a Londres, Musharraf dijo en septiembre de 2009 en el canal de televisión pakistaní Express News que, en efecto, los fondos se habían gastado en armas con la intención de utilizarlas contra la India.

Ahora, la liberación ampliamente esperada de la última ronda de fondos desde el CSF del Pentágono incrementará la ayuda militar total de EEUU a Islamabad desde el 11-S hasta alcanzar la cifra de 14.200 millones de dólares, dos veces y media el presupuesto anual del ejército pakistaní.

Hay un inconveniente claro, si bien poco discutido, de ser una superpotencia y actuar como autoproclamado policía global con multitud de objetivos. Una arrogancia que se alimenta de un sentimiento de invencibilidad y de la obsesión de ganar cada batalla te ciega sobre tu propio impacto e incluso acerca de cuáles deberían ser tus beneficios a largo plazo. En esta situación, mientras tus actividades por todo el planeta son cada vez más diversas, frenéticas e incluso contradictorias, te expones a que te exploten potencias menores que te puede parecer que dependen de ti.

Pakistán, convertido en dos ocasiones durante la larga implicación de EEUU en Afganistán en un estado en primera línea de la batalla, es un ejemplo clásico d e eso. Los actuales políticos de Washington deberían ser conscientes de que esa es una estrategia para el desastre.

Dilip Hiro, colaborador habitual de TomDispatch , es autor de 33 libros, siendo el más reciente “ Apocalyptic Realm: Jihadists in South Asi a ” (Yale University Press, New Haven and London).

Fuente:

http://www.tomdispatch.com/post/175530/tomgram%3A_dilip_hiro%2C_how_to_trump_a_superpower/#more

Humor: Cuento del gaucho lesbiana

Un viejo gaucho, vestido tradicionalmente, con bombacha, faja, sombrero, botas y espuelas, entra a un bar y pide una bebida. 


Mientras estaba sentado bebiendo su caña, una joven se sienta a su lado y después de pedir su trago se vuelve hacia el gaucho y le pregunta:

-¿Es usted un gaucho de verdad?

-Bueno..., he pasado toda mi vida en un rancho, enlazando vacas, domando caballos, esquilando ovejas, alambrando y yendo de yerra en yerra. Sí, creo que soy un gaucho de verdad.

Después de un rato, el gaucho le pregunta qué es ella, y le responde:

-Yo soy lesbiana. Paso el día entero pensando en mujeres; me despierto pensando en mujeres, cuando como pienso en mujeres, bañándome pienso en mujeres, ¡todo me hace pensar en mujeres!

Un rato después, ella se marcha y el gaucho pide otra bebida. 
Una pareja se sienta a su lado y le preguntan:

-¿Es usted un gaucho de verdad?

-Yo siempre pensé que lo era, pero me acabo de dar cuenta de que soy lesbiana...

Aníbal Fernández y la nacionalización de YPF - Aníbal Fernández et la nationalisation de YPF

Entrevista. Aníbal Fernández. Senador nacional (FpV)

Reportaje de Eduardo Anguita. Miradas al Sur

El Senado de la Nación le dio media sanción, al proyecto de ley que declara de interés público la producción de hidrocarburos, plantea la recuperación de YPF por parte del Estado y declara sujetas a expropiación el 51% del total de las acciones. De esta manera, la Cámara Baja lo someterá a un plenario y dejará al proyecto en condiciones de obtener sanción definitiva en los primeros días de mayo. La aprobación también saldría con una contundente mayoría.
Quienes tenemos un concepto de vida nacional y popular, nunca soñamos con este proceso histórico. Y uno, si vale el término, hasta lo disfruta.” De esta forma, y en diálogo con el programa Hoy más que nunca, que se emite por Radio Nacional, el senador nacional por el Frente para la Victoria, Aníbal Fernández, se refirió a la decisión de la Presidenta de expropiar el 51% de las acciones de YPF.
Durante la charla, el ex jefe de Gabinete explicó que la nacionalización de la petrolera se “ajusta a derecho ciento por ciento” y que se “están tomando decisiones que son estratégicas para nuestro país”. Asimismo, resaltó el rol de Julio de Vido y Axel Kicillof en la intervención de YPF, y le dedicó unas palabras al apoyo de los bloques opositores: “Cuando esto sucede, uno siente que no está haciendo cosas traídas de los pelos”.
–Usted dice nacional y popular. Sin embargo, me da la impresión que en el Senado han logrado un arco político que tiene más integrantes nacionales y populares de los que uno cree.
–En algunos casos, la Historia se los lleva por delante. Por ejemplo, el radicalismo ha tenido una historia detrás de la lucha por la energía y puntualmente por el petróleo. Si bien no soy quién para meterme en la vida del partido y ellos sabrán lo que hacen, me costaba creer que no hubiera una responsabilidad histórica detrás de una decisión de estas características. Evidentemente, tan equivocado no estaba, porque el presidente de la UCR, Mario Barletta, ratificó que van a acompañar el voto del Poder Ejecutivo.
–Eso, como significación, ¿es importante o relativo? En todo caso, que el radicalismo y el socialismo apoyen, es un dato más, pero no es como para encandilarse.
–No encandila, pero le da lógica al criterio político. Cuando uno discute estas cosas pareciera que está muy lejos de la posibilidad de hablar en serio sobre políticas de Estado que nos comprendan a todos. Gracias a dios, estas cosas afloran. Lo que ha hecho Repsol es una demostración acabada de lo que significa una empresa de capital privado buscando la rentabilidad; es decir, mejorar su situación de bolsillo. Ellos se dedicaron a producir nafta Premium y JP1 para los aviones, mientras que el año pasado terminamos importando 9.297 millones de dólares en fueloil y en gasoil, que es lo que necesitamos para la producción industrial, agropecuaria y generación energética. Por último, lo que hemos apreciado es que se ha derrumbado la producción de crudo, de gas y las reservas, así como ha crecido el endeudamiento. En cambio, ellos no sólo han recuperado los 13.100 millones de dólares de inversión, sino que además se llevaron 9 mil millones de dólares de dividendos. Si las explicaciones no son claras, no sé qué es claro.
–¿El resto de las compañías petroleras han tenido una performance mejor que Repsol-YPF? Tengo un documento a la vista, supongo que desde la clandestinidad porque está firmado el 17 de abril, en el cual da la impresión de que YPF dice, “ojo, ¡atenti!, porque el resto de las compañías petroleras no está mejor que YPF”.
–Es posible. Pero nosotros tenemos que velar por los intereses de los argentinos. Ahora, si usted ve que esto está funcionando en otros términos, por más que me diga que la participación en el mercado es escasa, eso es tonto. Lo escuché en el debate cinco o seis veces, incluso de los técnicos que han venido. Nuestro objetivo es que, una vez que esté manejada por el Estado y encontremos el tan ansiado autoabastecimiento, pasemos a tener una parte del mercado lo suficientemente importante como para que los demás pongan las barbas en remojo. Nosotros tenemos la responsabilidad de seguir avanzando con ese tema.
–Lo veo muy afilado en temas energéticos. En términos de convicciones y de ejercicio de la administración, ¿cuánto necesita un equipo de gobierno para poder complementar un debate parlamentario que puede ser arduo?
–Hay que destacar que quienes hicieron de interventor y vice, Julio de Vido y Axel Kicillof, son dos personas avezadas y conocedoras de lo que estamos hablando. Ninguna de las dos se está encontrando con nada que le sea ajeno. Nosotros decíamos en la universidad que cuando había que sentarse para el parcial había que poner el culo en la silla. Aquí hay que hacerlo, no hay mucho que inventar, y en esto hay una fuerte colaboración por parte de los trabajadores que quieren ver a esa YPF más grande que nunca. Ya no existe más la YPF a la que curraban los proveedores o los políticos. Ahora, estamos hablando de una empresa que tiene que rendir lo que tiene que rendir. Primero están los intereses de la patria. Si nosotros no somos sensatos a la hora de ponernos a trabajar por la defensa de esos intereses detrás de nuestra Presidenta, estamos fritos.

"Zonceras al sol", impacta


Aníbal Fernández dijo que su libro pretende "responder a tanta calumnia disfrazada de crítica"

El senador nacional del Frente para la Victoria (FpV) Aníbal Fernández presentó su libro "Zonceras al sol" en el marco de la 38º Feria Internacional del Libro y dijo que el objetivo de la edición es "responder a tanto absurdo organizado, a tanta calumnia disfrazada de crítica".

Fernández habló durante casi una hora, en la sala José Hernández, la más grande de la Feria, acompañado por militantes, dirigentes, senadores, diputados y escoltado, desde el mismo escenario por el vicepresidente Amado Boudou, además de los periodistas Cynthia García y Alejandro Apo.

Fernández comenzó su exposición refiriéndose al objetivo del libro, que también había sido el objetivo de la primera edición de Zonceras: "Responder a tanto absurdo organizado, a tanta calumnia disfrazada de crítica".

Además, aclaró que el libro está dedicado a la juventud y que es "un homenaje al mejor y más joven militante que fue Néstor Kirchner".

En esa dirección explicó que su trabajo en “Zonceras al sol” intenta apuntar a la idea de "regar las mil flores" y que ese riego "no es un problema pedagógico sino de aprender cómo conquistar el poder y cómo ejercer el poder".

Durante su ponencia, el dirigente del Frente para la Victoria fue refiriéndose a los distintos temas incluidos en el libro, como así también a los personajes abordados.

A modo de ejemplo se refirió a la Zoncera del "sandwich y la coca": "Si los sandwiches dieran gobiernos, Estados Unidos estaría gobernado por Ronald Mc Donalds", sostuvo, ante el aplauso del público.

También se refirió a los empresarios del campo que alguna vez dijeron "nosotros producimos para la mesa de los argentinos". A ellos les respondió que "para los argentinos que viven en China".

En cuanto a "las tapas negativas del diario Clarín" indicó que "se terminó la extorsión de las cinco tapas que te voltean", y agregó que "nosotros no somos perros para que nos corran con el diario".

Buena parte de exposición del ex jefe de Gabinete estuvo dedicada a la juventud, a quien definió como "los nuevos viejos enemigos de la derecha".

También habló de otros políticos, como el Jefe de Gobierno porteño Mauricio Macri, a quien calificó como "conejo negro, porque ni los magos lo hacen trabajar".

Fernández terminó su presentación remarcando paralelismo entre el gobierno de Kirchner y el de Perón: "El poder económico y el político no residen en el mismo lugar, los enemigos son los mismos y la agenda del gobierno está llena de sueños de pizzería y cafetería, como dijo Alejandro Dolina".

La presentación del libro fue inaugurada por la periodista García y su colega Alejandro Apo.

Ellos le pasaron la palabra a Boudou quien señaló que "este libro no es un libro sino un hecho político".

En la misma dirección, el vicepresidente remarcó que "Aníbal es un animal político" y que "nos encanta encontrarnos con las anibaladas que son refutaciones a las zonceras".

También habló de la situación energética, al referirse a los ex secretarios de Energía que salieron a criticar al gobierno por el proyecto de recuperar el 51 por ciento de las acciones de YPF. "Son los ex secretarios del 25 por ciento de desocupación", disparó hacia quienes más tarde Fernández calificó como "las viudad de la secretaría de Energía".

Además Boudou señaló que el libro Zonceras tiende a enfrentar "esas verdades para las cuales todos los días se gastan toneladas de papel, lamentablemente Papel Prensa" y definió al CEO de Clarín, Hector Magnetto, como "el jefe principal de una mafia que "quiere una democracia tutelada".

Estuvieron presentes en la presentación, entre otros, el diputado Andrés "Cuervo" Larroque, la actriz Andra Del Boca; la madre de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini; el senador Miguel Angel Pichetto; el dirigente justicialista Lorenzo Pepe; el ministro de Defensa, Arturo Puricelli y el titular del ANSES, Diego Bossio.

En declaraciones a la prensa y en referencia al proyecto de Ley de recuperación del control estatal en YPF, Aníbal Fernández aseguró que se obtendrá la media sanción del Senado con un "importante número" de votos.

El ex jefe de Gabinete también se refirió a su antecesor en ese cargo, Alberto Fernández, cuando sin nombrarlo dijo que hay que hablar "de la corrupción de la traición" y se refirió a él como quien "antes se sentaba en la mesa de los Kirchner cuando quería y ahora se pone en la vereda de enfrente, del lado de YPF, a tirar piedras".

La vieja fórmula: Amenazas… miedo… - L'ancienne formule: Menaces ... la peur ...

Amenazas… miedo…

Cristina Fernández no había terminado de anunciar la expropiación de las acciones de Repsol en YPF, cuando las pitonisas de las catástrofes inminentes salieron a vaticinar los horrores que se abatirán ahora sobre la Argentina por haberse atrevido a una decisión soberana.
         
No advirtieron que la decisión presidencial no fue adoptada apenas sobre la base de un preconcepto ideológico, sino fundamentalmente fogoneada por el convencimiento de que la caída en la extracción de hidrocarburos, combinada con la mayor demanda derivada del crecimiento económico, eran una bomba a punto de explotar. Hace tiempo que la presidenta busca frenar a la merma que viene exhibiendo la billetera en dólares a despecho del aumento internacional del precio de la soja. Y concluyó que una buena parte de la solución estaba varios metros debajo de la suela de sus zapatos.

Para los corifeos del descalabro inminente, la credibilidad internacional de un gobierno obligaba a la presidenta a sucumbir aferrada a un esquema energético que el año pasado convirtió a un país exportador en importador neto de gas y petróleo. Los gurúes del desbarajuste dirán que para que las siete plagas de Egipto no caigan sobre estas costas, la Nación debía seguir atada a una matriz que el año pasado le hizo gastar 10 mil millones de dólares en combustibles.

Para no irritar a los líderes de los países serios que se caen a pedazos aplicando políticas serias y no despreciables recetas populistas, el gobierno argentino debía continuar impávido frente a los surtidores con mangueras cruzadas. Para ser confiable ante las corporaciones mundiales, la Argentina debía gastar sin chistar este año entre 12 y 14 mil millones de dólares en importación de combustibles, una cifra superior al saldo favorable del balance comercial durante 2011

Para gozar del favor de los líderes del Primer Mundo, Cristina Fernández debía observar impávida cómo caía la producción petrolera y se giraban las utilidades obtenidas por aumentos de precios y no por incrementar la oferta. Pero prefirió enmendar un error, reivindicar las mejores tradiciones peronistas y sumarse a los países latinoamericanos que controlan un recurso estratégico. 

En realidad, es sólo el primer paso para intentar cambiar el curso de una política que –tal como los afirmó la presidenta– tornaba a la Argentina en “un país inviable”. Es obvio que la cuestión no quedará saldada cuando el Congreso sancione el proyecto de ley que modifica la composición accionaria de la emblemática empresa privatizada en 1999 en medio del vendaval neoliberal.

Ahora se abre frente al gobierno la necesidad de encontrar socios capaces de invertir en la extracción petrolera. Algunos expertos sostienen que la Argentina puede ser en el futuro una potencia hidrocarburífera, siempre que pueda atraer las inversiones millonarios que este negocio requiere.

Pero en principio, apenas se trata de taponar el agujero negro por el cual se marchaban los esfuerzos de los argentinos y las posibilidades del gobierno de avanzar en todo tipo de política de contención social. Es un paso trascendental, pero pequeño frente a la enorme tarea que hay por delante.

Alberto Dearriba

YPF: Derrame hacia la oposición - YPF: en cas de déversement à l'opposition


Una iniciativa con un fuerte efecto derrame

Por  Eduardo Blaustein

El hecho de que una gran parte de la oposición finalmente se haya inclinado a votar en general el proyecto oficial es parte de un proceso que aporta aún más caudal histórico a la decisión kirchnerista de recuperar YPF. Si se lo considera por los resultados electorales de octubre, la suma de votos kirchneristas, radicales, del FAP y partidos provinciales, involucra más del 80% de los sufragios totales. Pero antes que una cuenta de almacenero, esta vez no sólo el kirchnerismo intenta salir de un brete difícil (serio problema energético, balanza comercial) por el lado transformador, sino que colaboró para que radicales, socialistas, margaritos o solanistas fueran fieles a sus mejores convicciones y tradiciones, políticamente más generosos, y menos preocupados por sus relaciones y/o subordinaciones mediáticas. Mauricio Macri, junto a la cuna de su hija Antonia, quedó solo e indefenso tras su primera declaración. Intentó retroceder después, como reprochando, junto a esa cuna:
–Mirá lo que me hiciste decir, Anto.
En la semana que pasó se difundió una encuesta hecha por Enrique Zuleta Puceiro según la cual, nueve de cada diez argentinos están a favor de algún tipo de presencia estatal (parcial o total) en la actividad petrolera. En los medios no pocos periodistas conocidos por sus broncas contra el Gobierno dijeron que simpatizan con la decisión de Cristina (oportunidad para hablar de los límites del seisieteochismo), aún cuando tengan muchas críticas por hacer a la gestión energética oficial. Las fuerzas políticas que decidieron aprobar el proyecto en general seguramente tuvieron en cuenta ese clima cultural que a la vez es producto de una larga construcción de identidad en la que esas mismas fuerzas fueron protagonistas, desde el radicalismo yrigoyenista al balazo que recibió Pino Solanas en lo peor del menemismo.
Ahora que la decisión está tomada, alguien podrá decir que a las oposiciones no les quedaba otra. Falso. Siempre se pueden forzar argumentos para fundamentar el rechazo a un proyecto oficial y de hecho ciertos cuestionamientos a la política petrolera del Gobierno tienen consistencia. Parte de lo valioso de lo sucedido no es sólo que los espacios opositores se hayan decidido por no jugar con el establishment mediático, sino que probablemente hayan valorado qué rédito obtuvieron por hacerlo. Para los radicales, además, no era nada fácil. No es lo mismo el conservadurismo tosco de Oscar Aguad (hasta el jueves a la noche amagaba en la tele con votar en contra) que el discurso progre de Ricardo Alfonsín, por retórico que parezca, así como no son lo mismo Luis D’Elía, Juan Manuel Urtubey, Nilda Garré o Gildo Insfrán. Por algo la primera respuesta de Aguad ante el anuncio oficial fue poner distancia: “Los objetivos son compartidos pero la expropiación tendrá consecuencias que deben ser ponderadas, esto puede resultar en sentido contrario”. Tampoco es lo mismo ser radical (o peronista) en una provincia petrolera que en otra que no lo es.
El Frente Amplio Progresista saldó sin ruido y con elegancia su propio debate interno. Es un logro importante para un espacio que articula fuerzas distintas y dirigentes que apenas si comienzan a entrar en confianza, si es que entran. Esta vez la figura más renuente a dar apoyo general al Gobierno fue Margarita Stolbizer. Cabe destacar que el todavía flamante gobernador de Santa Fe, Antonio Bonfatti, estuvo en Casa de Gobierno cuando se produjo el anuncio y que no es la primera vez que acompaña a la Presidenta en actos públicos. Como sea, y de cara a los famosos consensos y diálogos, hizo muy bien Cristina en agradecer la conducta de los espacios opositores, un gesto que deberían tener en cuenta políticos y militantes del palo.
La irradiación de la iniciativa kirchnerista hacia otras fuerzas (junto a la muy callada aceptación de lo que no se hizo bien en materia petrolera) puede ilustrarse recordando alguna vieja lección de geometría. Si el escenario político fuera un ángulo llano y si se partiera del grado cero, otra vez el kirchnerismo colabora para que el debate político no se emperre en ir hacia la derecha, sino girando unos cuantos grados para el otro lado.
Radicales, socialistas, lozanistas, pinistas, decidieron no ser pequeños ante el anuncio oficial. Del mismo modo no se debería hacer una crítica chiquita a esos sectores si descargan sus broncas por lo hecho hasta hace poco con el petróleo. No se le puede pedir a la oposición que resigne ni su rol ni su salida al aire en la tele ni que por apoyar el núcleo del proyecto oficial deje de hacer cuestionamientos, sea hacia atrás (desde la privatización del ’92 a las responsabilidades oficiales en el vaciamiento de Repsol) o hacia adelante (por la falta de precisiones tanto en el proyecto de ley como en el estratégico). Las macanas acumuladas, de todos modos, no corresponden sólo al peronismo y no fue lo mismo lo sucedido en el ’92 que lo que comenzó a partir del ’98. Miguel Ángel Pichetto recordó en algún momento del debate del plenario de comisiones en el Senado, que los gobernadores radicales también apoyaron la privatización y hasta hoy algún ex secretario de Energía ligado a la UCR mira feo la expropiación.
Es cierto: sólo el kirchnerismo se atrevió, si bien urgido por las circunstancias, a tomar una decisión que la UCR naturaliza “porque es parte de nuestra historia”. La UCR no enarboló banderas de renacionalización del petróleo en las campañas electorales, pero ahora no sólo que aprueba lo central sino que pide más: desde la participación de los trabajadores a un plan energético estratégico. La izquierda, para mostrar que es la izquierda, pide no pagar un mango por la expropiación.
Es muy posible que así termine el proceso expropiatorio, sin pagar un mango. Y es seguro que algunos de los pedidos opositores están siendo contemplados por el oficialismo: desde la valuación de los pasivos ambientales a auditorías pozo por pozo. Está menos claro qué pasará con otros pedidos de modificación parcial hechos desde la oposición. Según de dónde vengan esos pedidos, los reclamos tienen que ver con los modos de control (por el modelo elegido, no intervendrían la Sigen ni la Auditoría General de la Nación) y una de las propuestas es la designación de síndicos desde el Congreso. 
Claudio Lozano pide la desactivación de la arquitectura jurídica vigente que conspira contra el principio de soberanía energética. Pino Solanas sostiene que todas las provincias –no sólo las productoras– deberían beneficiarse con la renta petrolera, siendo que las más densamente pobladas son las que históricamente ayudaron a sostener las inversiones necesarias para desarrollar la industria. Con oportunismo o sin él, todos preguntan por qué no se afectó el paquete accionario de la familia Eskenazi. Hay algo simpático al respecto: con la excepción de una mención en la excelente intervención de Axel Kicillof en el Senado (no tan excelente cuando le tocó responder), pareciera que los funcionarios tienen prohibido pronunciar la palabra Petersen.

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